Un paso fugaz por Rosario


Un paso fugaz por Rosario

 Un sábado 13 de agosto de 1864 comenzó a circular por las calles rosarinas un diario vespertino llamado “El Rosario”. El cual era dirigido y escrito por Eduardo Ugarte, cura santiagueño, que junto con su coprovinciano Juan Lavaysse se asociaron para lanzar el periódico que saldría en un principio todos los días a las 17 horas.


Era un diario en formato sábana, escrito a cuatro columnas, donde predominaban los grandes textos y los pequeños titulares, su modo de sustentarse era a través de las publicidades, ya que no era subvencionado por algún partido político.

En su primer número, el diario que tenía su administración en la esquina de Rioja  y Comercio, dejó en claro la línea que perseguía y cual era su intención. “Ofrecimos estar al lado de la Justicia y no al lado del poder, lo cumplimos con exactitud. Las columnas de nuestro diario se abren hoy a todo el mundo”, detallaba en su segunda página el diario, al mismo tiempo que intentaba incentivar al público para que colabore para impulsar una “libertad de pensamiento”.

Así también, como fue una de sus características, con lenguaje directo casi ofensivo relataba: “Nuestro programa será la libertad, nuestra bandera la Ley, Nuestras ideas serán emitidas en la prensa con toda independencia, prescindiendo de toda influencia oficial”.

Los diarios que se fundaron en la época, fueron los típicos periódicos pertenecientes o adherentes al oficialismo o a facciones y clubes políticos, en su mayoría de estilo fuerte y a veces insultante. Frecuentemente aparecieron en vísperas de comicios, abocándose casi  únicamente a la confrontación, al punto que la existencia de uno justificaba la del otro; de modo que aparecían y desaparecían simultáneamente.

“El Rosario” no era para nada oficialista, por el contrario criticaba a las autoridades del poder. En ese período Bartolomé Mitre era el presidente del país y el liberal Patricio Cullen era el Gobernador de Santa Fe, quien luego sería reemplazado por su cuñado Nicasio Oroño, este último era altamente criticado y señalado por el periódico de Ugarte.

Al mismo tiempo que los diarios facciosos se destacaban en la época, luego de la Batalla de Pavón, comenzaron a surgir algunos que combinaron la opinión pública de la ciudad. Algo en lo que desde sus inicios El Rosario intentó adaptar como fórmula para la llegada a la sociedad.

“Las columnas del Rosario estarán abiertas para todo el mundo, sin distinción de persona ni de color político. Las publicaciones solicitadas, que nos hagan el honor de remitirnos, verán la luz pública, contengan lo que contengan”, señalaba en su primer número Ugarte.

Años anteriores, la mayoría, casi en su totalidad, de los diarios que estaban a la luz no daban lugar a la opinión pública y se limitaban a cumplir su rol de apoyar o desprestigiar un partido político.

Otras de las características que tuvo este vespertino fue el privilegio que le daba a las noticias llegadas desde Europa, a los suscriptores del interior del país y a los movimientos marítimos y terrestres que eran al centro de la economía de Argentina.


Uno de los pocos redactores que se destacó escribiendo en el periódico fue Pedro Nicolorich, quien en su corta vida, falleció a los 28 años, abarcó varios estamentos, fue poeta, periodista y militar.

Comenzó escribiendo en  “El Litoral” publicación de muy poca duración. Después de Pavón, junto a Damaceno Fernández empezó a editar el diario “La Nueva Era” que apareció diariamente, cerrando en 1862.

Luego cayó en la redacción de “El Rosario”, donde si bien Nicolorich nunca militó en ningún movimiento político, participó en la construcción del diario de Ugarte y Lavaysse, que combatían calumniosamente la candidatura de Oroño.

Esta “batalla” entre el diario y el candidato a Gobernador, como así también contra el jefe político, y otras autoridades, se vivió en todo el corto plazo de vida que tuvo el vespertino rosarino, siendo una de las principales cualidades del mismo.

“El Sr Jefe Político Marcelino Freyre ha dicho: que no importa que la mayoría del pueblo este en oposición a la candidatura de Oroño, que está seguro que el Sr Oroño será gobernador a pesar de que sea necesario hacer uso de la fuerza y de todos los medios de que puede disponer la autoridad, agregando que él no dejará su puesto, aunque el Gobierno lo quisiera, antes de las elecciones de electores de Gobernador”

Este es uno de los tantos ejemplos que se pueden apreciar en las páginas de El Rosario enfatizando su odio y aberración a la futura gobernación de Oroño, quien asumió en 1865. Momento en el que el diario dio por finalizado su ciclo y cerró, sumando así seis meses de duración en su totalidad, y teniendo un paso casi olvidado y no reconocido en los medios de comunicación.
                                                  El diario se sustentaba en base a publicidades.


Otra de las metodologías que utilizaba el medio, era contradecir y criticar a otros diarios, poniendo un subtitulo con su nombre, refutando publicaciones y sin dejar de lado el mensaje directo para su director.

Uno de los casos que se pueden apreciar desde las primeras tiradas de este periódico es contra “El Ferrocarril”, dirigido por William Perkins. “Perkins ni coraje tiene para sostener la candidatura de su cuñado Navarro, y menos entregar a tela de discusión el asunto diputado. ¡Pobre Perkins!”, el método de escritura era sumamente directo y ofensivo, algo característico de la época y que El Rosario utilizó en todas su ediciones.


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