Crónica: el vespertino La Tribuna durante la última dictadura V

El vaivén de La Tribuna bajo la Guerra de Malvinas

Todos los diarios rosarinos durante la última dictadura militar informaban en sintonía con los intereses del gobierno de facto. “Era sabido que aquel que hablaba en contra era secuestrado y torturado”, expresó el periodista Oscar Bertone, quien oficiaba de armador en el diario El País desde Rosario.


Si bien dentro del espectro mediático variaba la intensidad del apoyo periodístico hacia el estado de sitio impuesto desde 1976 hasta 1983,  ningún diario local difundía mensajes en contra del régimen dictatorial. De alguna u otra forma los medios de la época cantaban la misma melodía. Y el vespertino La Tribuna no fue la excepción para desafinar esa unívoca voz.

Sin embargo, el colmo informativo llegó recién con la Guerra de Malvinas. Todos los rosarinos que el viernes 2 de abril de 1982 leían ansiosos el ejemplar de La Tribuna, se alegraron de que Argentina había recuperado las Islas Malvinas. Ese día el título del vespertino local, dirigido por la familia santafesina Caputto, lo dejaba bien en claro: “JÚBILO NACIONAL: RECUPERAMOS LAS MALVINAS”. No cabían dudas: sus letras grandes y en mayúscula acentuaban y difundían ese ánimo triunfador en sus lectores.


El objetivo que bajaba desde la cúpula militar a la redacción del vespertino era concreto y específico: la sociedad debía tomar la causa Malvinas como propia y levantar su bandera nacional hasta las últimas consecuencias. Por eso, nada tenía de casual el inédito recuadro que en esa misma portada se observaba en el borde superior:”Los pueblos abrazan con denuedo aquellas causas que le son propias, y las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, han sido, son y serán un sentimiento nacional. Por consiguiente, la acción reivindicatoria emprendida no es patrimonio de un Gobierno, sino de todo el pueblo argentino, que contempla con orgullo la acción de sus armas”.

Nelso Raschia, entonces redactor de La Tribuna, ratificó la postura pro gobierno militar, que tenía por entonces el vespertino. El periodista, encargado de la sección Economía, aclaró que ese accionar del diario respondía principalmente a las “amenazas y censuras” del gobierno de facto.

En su momento La Tribuna había armado un equipo especial para cubrir de forma exclusiva las novedades de la disputa de las Islas Malvinas. Más allá de que el diario era vespertino, para seguir minuto a minuto esa contienda se llegaron a publicar cuatro ediciones: una a las cuatro de la tarde, otra dos horas después, la tercera a la diez de la noche y la restante al mediodía siguiente.


Gracias a un contacto que tenía en la ciudad de Montevideo, Caputto había logrado el acceso a varias revistas inglesas. Por eso, a través de su holgado manejo del inglés y con la ayuda del redactor Guillermo Lanfranco, el director pudo publicar a cada instante aquellas traducciones inglesas. Aunque esa arriesgada experiencia duró lo que dura un hielo en el desierto: a los pocos días el vespertino vivió en primera persona la censura de la dictadura. “Caputto fue citado al Comando Central de la ciudad de Rosario, ubicado en la intersección de calle Córdoba y Moreno. Revólver en mesa mediante, le aconsejaron en tono intimidante que deje de publicar noticias falsas”, asevera Raschia.

No obstante, a medida que transcurrían los días bélicos, la realidad se tornaba cada vez más insostenible. El espíritu triunfalista y de algarabía que mostraban en un principio los títulos de La Tribuna se desvanecían con el correr del tiempo. La llegada de las noticias internacionales, donde se comunicaba el creciente número de muertos argentinos, echaba por tierra cualquier opereta militar basada en dar informaciones solamente sobre las bajas británicas. Palabras como “soldados heroicos”, “hazaña argentina” y  “recuperación de las Malvinas”, que en un comienzo reverberan en las páginas del vespertino con el intento de justificar la acción militar, ya en el ejemplar del sábado 10 de abril brillaban por su ausencia. 


La situación social era incontrolable: el desconcierto había ganado las calles. Y ya ninguna noticia maquillada podía apaciguar el clamor popular, que bregaba desesperado por la vida de los jóvenes e inexpertos soldados nacionales. Empero, durante toda la contienda La Tribuna actuó como boletín oficial.

Al margen de esa primera alma vencedora, totalmente absurda frente a la situación militarista percibida luego, el vespertino continuó notificando al pie de la letra cada declaración del jefe militar Leopoldo Fortunato Galtieri. Su cometido era revertir la imagen negativa del gobierno de facto, que por entonces crecía a cada instante. Al respecto Bertone argumentó: -“Por el fuerte peso de la publicidad oficial y las amenazas de muerte que eran moneda corriente en ese trágico período, Caputto estaba obligado a obedecer las órdenes militares”.

Recién terminada la Guerra de Malvinas y frente al ocaso de la última dictadura militar, La Tribuna comenzó a publicar paulatinamente algunas denuncias contra los jefes dictatoriales. Aunque fue durante poco tiempo ya que el vespertino cerró rápidamente por una mala apuesta de su dueño, luego del cese de la acción bélica entre Argentina y Gran Bretaña. 

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