El 16 de junio de 1955, se inscribe de forma trágica en la historia de nuestro país a partir del intento de derrocamiento del entonces presidente Juan Domingo Perón. Este hecho, conllevó el Bombardeo a la Plaza de Mayo y la consecuente muerte de centenares de personas y otros tantos heridos, y la posterior acción de quienes defendieron al Ejecutivo, lanzándose a la calle para manifestar su apoyo con consignas, carteles, volantes, así como a través de otros sucesos violentos expresados en la quema de iglesias y otros edificios institucionales.
En ese marco nacional, en Rosario se produjo una movilización de apoyo al gobierno democrático y en contra de los golpistas que contó, entre otros, con la participación de militantes del Partido Comunista que si bien cuestionaban a la administración central, se oponían fervientemente a la toma del poder por la fuerza militar.
En tal situación y paradójicamente, cerca de 60 militantes del PC son apresados por la policía de Rosario, fiel al gobierno de turno, por repartir volantes y causar "desorden en la vía pública". Entre ellos se encontraba el doctor y militante Juan Ingalinella, que tenía además el rol clave de imprimir los volantes repartidos.